jueves, 28 de mayo de 2009

Hoy o mañana son pasado, y dan igual

Hoy es uno de esos días en los que despiertas y todo se evapora tras una estela de sueño, que da paso a la realidad.
Hoy es un día de esos en los que te froitas los ojos y piensas: "sabía que no podía ser verdad".
Hoy es un cumulo de minutos eternos como cuando esperas algo... el problema es que hoy no hay nada por lo que esperar.
Hoy es un día, como cualquier otro, el problema es que has decidido abrir los ojos, pararte y mirar y te has dado cuenta de que nada se ha movido, por mutxo que trates de recordar.
Hoy es maravilloso frenar en seco y darte cuenta de que nisiquiera habías empezado a andar.
Hoy merece la pena morderse el labio, y sangrar.
Hoy sabes que la música que escuchaste nunca llegó a sonar.
Hoy pongo un pie en la tierra, y con una sonrisa sin sentimiento, hago como que "no ha pasao ná".
Hoy miro a mañana y no veo nada, miro atrás y prefiero no dejarme engañar.
Hoy pienso que cualquier tiempo pasado fue igual y cualquier mentira placentera kedó atrás.
Hoy miro todo lo que tengo, miro lo que me queda delante y algo me ata y me dice "¿qué más da?"
Hoy no creo en nada. Hoy me dejo llevar, cual res hacia un tunel del cual nunca saldrá.

hoy el viento no se deja tocar

Hoy el viento está mudo y no me quiere acariciar. La música oscurece y besa la nada, que se hace hueco entre el calor del asfalto y las pisadas desnudas del murmullo de la ciudad. Y escondido bajo toneladas de pensamientos, asomo un ojo, y veo que vuelvo a estar, como siempre, desesperadamente solo.
No se si alguna vez has despertado en mitad de la noche fria, bajo una manta, escuchando el viento invernal que deja su aliento en los cristales de las ventanas, que retuerce las persianas... no se si aguna vez has despertado en mitad de la oscuridad, protegido en la cama, pero desamparado, solo... y has sentido el vértigo que produce sentirse sin nadie a quien abrazar, sin nadie a quien tender la mano, sin voz, mudo de palabras y sediento de compañía, porque en tu cabeza no dejas de hablar.
Sentir el abismo bajo tus pies puede ser paralizante, puede quebrar la voluntad y congelar hasta la misma médula... pero es más aterrador mirar al cielo infinito sin saber si algún día puedes caer hacia arriba, donde no hay suelo contra el que frenar. Ese vértigo que parece matar, ese también se siente cuando estás solo, sabiendo que eres tú a quien te puedes abrazar. Y que aún así, estás seguro de que te dejarías caer, te soltarías de tu misma mano, y sin preocupación te verías precipitarte hacia el final.
Hoy los ríos llueven hacia arriba, hoy el alma se ancla al suelo con el peso de mil Universos, y no hay pusibilidad de huír. Hoy el viento no huele a jazmín, hoy el viento no trae risas, ni sabor de limonada, ni corre ni se deja tocar. Hoy el aire está viciado de nada, y me siento solo en mitad de la Capital.