sábado, 10 de julio de 2010

No me quedan más fuerzas. La pesadilla se ha instalado en mi vida y, a mí, ya no me quedan más fuerzas. Se acabó. Se acabó.quedan apenas tres momentos importantes, tres momentos apenas que guardaré en mi memoria eterna. Apenas tres momentos, unos serán más alergos, otro más corto... tres momentos solo. pido poirque unos trden mutxo, espero ke kuando lleguen el trcero llegue pronto. El resto... sueños, ilusiones y los planes de toda una vida... solo kedaron en humo, ilusiones vacías... en meras tonterías.
gracias. Hasta siempre.

martes, 1 de junio de 2010

no se

Ya no se qué escribir... ya no se qué poner... no se qué palabras caben en este blog, no se si merece la pena perder el timepo derramando frases estúìdas ke en nada cambian la realidad... ya estoy cansado... ójala y todo vueva a la normalidad,... o quien sabe, kizá la normalidad es a lo ke está volviendo, por mucho ke me joda,... de cualkier forma, este era mi último aliento... si no salgo a la superficie con esto... entonces me dejaré llevar por el peso y me posare gracil sobre el lecho oscuro, callado, solitario y sereno.

lunes, 11 de enero de 2010

muy buenos días

Unno no puede dejar de hacer ciertas cosas, y entre todas esas cosas está el hacer sonreir.. y yo al menos lo intento cada mañana, y hoy no iba a ser menos... eso si, con algo de retraso. Mil perdones.



jueves, 24 de septiembre de 2009

... siempre se escribió con Tx...

Ya había olvidado de qué color era el pelo, si el tacto era suave o si, por el contrario, era áspero como la piedra pómez. Ya no recordaba si su voz era bonita o si era atractivo al mirar... no se acordaba de lo que valía ni de lo que debía, ni lo que merecía o lo que nunca se le daría. No recordaba, y tampoco importaba. La erosión que causa el tiempo, la costumbre y esa eterna continuidad, borran el relieve de algunas personas que se encierran en una imagen idílica que con cada anochecer se derrumba y en cada amanecer se empeñan en volver a pegar. Olvido maldito que les niega la existencia, y les reduce a sueños sin sentido que no llegaran a nada.
Miro mis manos en el teclado, como quien lo ve através de un cristal. Me siento como viendo Our American Cousin, en el treatro de Ford, la cabeza al descubierto y sin poder hacer más que esperar, a ver que sucede, con la certeza de que no hubo tiempos mejores, y que ningún tiempo bueno vendrá, que el presente es el presente, el gran escenario de la vida, y por mutxo que me empeñe, en el presente, pasado y futuro, siempre con Tx se escribirán palabras frias, que martxitan, fuerza coraje y voluntad, si es que alguna vez existieron palabras cmo esas llenando un solo átomo de esta realidad que baja seguido de plañideras, con paso adelantado y firme, a la sepultura y de ahí, Dios dirá.

tan cierto como el primer día...

Tan cierto como el primer día, sin cambios en la hoja de ruta, un vuelo que nunca surcó el aire y que lleva toda la vida a punto de estrellarse.
La suerte son dos hilos que lo atan, dos ángeles que lo retienen antes de despegar, le dejan ver la pista y el aire, sepulcro añil que espera con las fauces abiertas el vuelo que se le resiste por tan poco, que casi lo puede tocar.
¿Quién ha sentido vertigo al mirar el cielo? Un vértigo estupido pero comprensible ante tal inmensidad... eso es lo ke siento cuendo alzo la vista y lo veo. Cuando alzo la mente y me concentro, y se derraman fe y esperanza, y brota como la sangre de la yugular, los chorros de ganas y la fuente de confianza, y se siente ese cosquilleo en el estómago... ese que no viene acompañado de besos, ese que no tiene una mano a quien agarrar... el cosquilleo del miedo, la punzada de la soledad, el degüello de la nada.
Y es tan cierto como el primer día que, de haber empezado a volar ya, no quedaría nada, tan solo la marca, el espacio eterno en un mismo lugar, del vacío sin sentido, de alguien que estuvo, pero que no se recuerda porque no merece la pena malgastar el tiempo en aquello que nunca supo estar de verdad...

martes, 7 de julio de 2009

Porque ya no se disimular


Con aguja e hilo tejen las noticias nuevas misivas para mi corazón. Agujerean el alma traspasando la carne, llegando hatsa mi interior.
Plañideras fugaces que velan por kien no se ha ido, el que ya espera el tren del futuro perdido, cantando las nanas que hablan de adiós.
Sangra la palabra cansada de andar un camino que tantas veces han recorrido y ya no quieren volver a pisar, sangran las palabras que antes al unísono lloraban en cada compás. Y tropiezan de nuevo y las miro y veo que ya ninguno keremos andar. Ninguno podemos seguir, no sin mirar atrás y ver la jodida verdad. Ke el Mundo es solo para algunos, que mutxos que sobran no se kieren martxar, ke no yo niero irme, pero, por si sirve de algo, cuando llegue el momento de confesar, cuando se abra el libro de la vida, cuando las puertas me esperen y las llaves suenen, por lo menos que se sepa, que no quería irme, pero que no podía más. Que analizr una vida, puede ser generoso, y justo, pero ke hay pasados ke es mejor no tokar, ke saben a futuros podridos, a música de esa que se escucha cuando se está deprimido, de esa ke akompaña a la gente ke no tiene kn kien estar.
Me llueven los besos y aún así mi cabeza perdida no se puede consolar, ni con miembros cercenados, ni teorías infalibles ke parece ke han ido a caducar.
Y me miro y no sorío... porque ya no se disimular.

martes, 2 de junio de 2009

Sombrío suena el niño que ríe vacío.

Reza en silencio, como aquellas mujeres enlutadas moviendo solo los lábios, un Campo Santo dorado de atardeceres silenciosos, abrazado por miradas vacias de los que parcen dormir y una comitiva hipnotizante de señores altos y grises, con brotes aún verdes que empiezan a envejecer. Un día las sonrisas no alcanzaron a besar sus labios y las miradas se agrietaron, el mismo día en que la recia tormenta, que copaba en su interior, rompió las paredes del alma secando cualquier ápice de vehemencia de la que ya no queda ni el recuerdo.
Nunca ha sentido la brisa delicada de la tranquilidad, ni supo a ciencia cierta qué era realmente la prosperidad, apenas admiró la pimera luz todo ya había terminado... y nunca supo qué mujer era aquella a la que la gente llamaban suerte o destino o fortuna, la mujer aquella que le había tocado cuando él aún no había abierto los ojos, y con los años se percato del poder de esta, pero seguía sin entender muy bien, el poder de su asombrosa influencia.
El tiempo ha ido tapando con ceniza su rostro añejo, mientras en sus ojos se apaga la vida.
Zarpan veleros desde su puerto, sorteando piras fúnebres y desesperados con el alma perdida.
Se agotan los sueños, se evapora el ánimo, duerme ya el valor, no queda más que una coraza vacía, en la que antes latía un corazón.
Dificil es parar el tesón con el que las entrañas le hacen arder a uno. Dificil es no consumirse cuando para pararlo no se encuentra ninguna razón. Imposible seguir escribiendo si la pluma la empuña aquel que ya murió.
Sombrío suena el niño que ríe vacío.