jueves, 28 de mayo de 2009

hoy el viento no se deja tocar

Hoy el viento está mudo y no me quiere acariciar. La música oscurece y besa la nada, que se hace hueco entre el calor del asfalto y las pisadas desnudas del murmullo de la ciudad. Y escondido bajo toneladas de pensamientos, asomo un ojo, y veo que vuelvo a estar, como siempre, desesperadamente solo.
No se si alguna vez has despertado en mitad de la noche fria, bajo una manta, escuchando el viento invernal que deja su aliento en los cristales de las ventanas, que retuerce las persianas... no se si aguna vez has despertado en mitad de la oscuridad, protegido en la cama, pero desamparado, solo... y has sentido el vértigo que produce sentirse sin nadie a quien abrazar, sin nadie a quien tender la mano, sin voz, mudo de palabras y sediento de compañía, porque en tu cabeza no dejas de hablar.
Sentir el abismo bajo tus pies puede ser paralizante, puede quebrar la voluntad y congelar hasta la misma médula... pero es más aterrador mirar al cielo infinito sin saber si algún día puedes caer hacia arriba, donde no hay suelo contra el que frenar. Ese vértigo que parece matar, ese también se siente cuando estás solo, sabiendo que eres tú a quien te puedes abrazar. Y que aún así, estás seguro de que te dejarías caer, te soltarías de tu misma mano, y sin preocupación te verías precipitarte hacia el final.
Hoy los ríos llueven hacia arriba, hoy el alma se ancla al suelo con el peso de mil Universos, y no hay pusibilidad de huír. Hoy el viento no huele a jazmín, hoy el viento no trae risas, ni sabor de limonada, ni corre ni se deja tocar. Hoy el aire está viciado de nada, y me siento solo en mitad de la Capital.

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