jueves, 24 de septiembre de 2009

tan cierto como el primer día...

Tan cierto como el primer día, sin cambios en la hoja de ruta, un vuelo que nunca surcó el aire y que lleva toda la vida a punto de estrellarse.
La suerte son dos hilos que lo atan, dos ángeles que lo retienen antes de despegar, le dejan ver la pista y el aire, sepulcro añil que espera con las fauces abiertas el vuelo que se le resiste por tan poco, que casi lo puede tocar.
¿Quién ha sentido vertigo al mirar el cielo? Un vértigo estupido pero comprensible ante tal inmensidad... eso es lo ke siento cuendo alzo la vista y lo veo. Cuando alzo la mente y me concentro, y se derraman fe y esperanza, y brota como la sangre de la yugular, los chorros de ganas y la fuente de confianza, y se siente ese cosquilleo en el estómago... ese que no viene acompañado de besos, ese que no tiene una mano a quien agarrar... el cosquilleo del miedo, la punzada de la soledad, el degüello de la nada.
Y es tan cierto como el primer día que, de haber empezado a volar ya, no quedaría nada, tan solo la marca, el espacio eterno en un mismo lugar, del vacío sin sentido, de alguien que estuvo, pero que no se recuerda porque no merece la pena malgastar el tiempo en aquello que nunca supo estar de verdad...

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